sábado, 13 de marzo de 2010

Guerra en Nueva York por conseguir basura-


NUEVA YORK.- En Manhattan hay una guerra que se libra en cada esquina, en los edificios de lujo y en los rascacielos: la guerra de la basura. Es una batalla de miles de dólares. Hay quienes pueden ganar 500 dólares en un día, recolectando botellas de cerveza.
Ted Botha es un escritor sudafricano que llegó sin un centavo y comenzó a recoger cosas de la calle. Hoy vive en un departamento de Harlem decorado con buen gusto, ingenio y muchos desperdicios.

"Cada vez que recojo algo de la calle le tomo un cariño tan especial, que después no puedo desecharlo. He recogido libreros, impresoras, televisores, roperos, artesanías y obras de arte. Lo que más quiero son mis gatos, que también adopté de las calles", dice Botha, un tipo conversador de 40 años y rostro lácteo.

El departamento de Botha es ordenado y limpio como un museo.

Todos los objetos han sido levantados de las calles de Manhattan: un sillón anaranjado de los años 40, una mesita de esquina, tres lámparas de latón, dos sillas con dibujos de flores, su cama, un cuadro con un paisaje arbolado, una impresora, utensilios de cocina y cientos de libros.

La basura es parte esencial de Nueva York. Está por todas partes y los desechos no son cosa menor: computadoras viejas, lámparas, libreros antiguos, mesas en buen estado, camas, sillones, alfombras.

Hay personas que pagan 20 dólares por unas pantaletas usadas de mujer.

Pero hay tesoros más preciados en las calles de Manhattan: las botellas de cerveza y las latas de refresco que almacenan los parques y las torres de 50 pisos en donde viven los millonarios.

Un recolector de latas puede ganar en un buen día 500 dólares, pero durante el verano, cuando los millonarios van a sus casas de campo, debe sobrevivir con tan sólo 5 o 10 dólares al día. La mayoría son "personas sin hogar", y muchos también son alcohólicos o drogadictos.

Hay una clasificación de la gente que recoge basura: los lateros, que trabajan desde las cinco de la mañana; los bolsas negras, que hurgan entre los desperdicios de las casas; los que se dedican a detectar primeras ediciones de libros antiguos; los que recogen colchones viejos para remozarlos, y quienes colectan ropa usada.

"Esta gente es increíble. Algunos ganan cientos de dólares y no cooperan con un miserable dólar", protesta una puertorriqueña con el cabello pintado de naranja a la que le falta el ojo izquierdo. Sus amigos la conocen como La Flaca y desempeña un trabajo rudo: limpia unas cajas verdes que almacenan latas reducidas y el vidrio roto de las botellas, en el centro recolector de Harlem, en donde los lateros cambian su botín por dólares.

"Por cada botella gano cinco centavos de dólar. Si lleno mi carrito, ganaré 250 dólares", dice una mujer asiática que hace fila en la estación para latas y botellas de la calle 116 y Lexington.

Hay batallas de basura que pueden ser virtuosas. Steven se dedica a recoger libros y obras de arte.

Una vez encontró varios cuadros y después de limpiarlos los llevó a una galería. Por uno de ellos, un supuesto Toulouse Lautrec, le pagaron 700 dólares.

Wilbert Torre/Corresponsal
El Universal
Lunes 12 de junio de 2006

1 comentario:

Javier Train dijo...

Ya lo decíamos el otro día: somos esclavos de la cultura de usar y tirar.

Y tampoco hay que ir hasta Nueva York para ver que sí, que hay un montón de gente que vive de lo que otro tiran.

Un saludo y hasta mañana