sábado, 31 de diciembre de 2011

Cuando el azul era un color $precioso$

¿Buscas el azul perfecto? Especifica, por favor: ¿cobalto, prusia, azurita o ultramarino?

Según el libro de Philip Ball, "La invención del color", si fueras un artista del siglo XIV el mejor color azul te costaría como el rescate de un banco colapsado por la crisis financiera. Además, ni si quiera lo podríamos reproducir en pantallas RGB o por cuatricomía en la impresión ordinaria.

El azul más antiguo de factura humana, o sea, el pigmento sintético más antiguo, es el azul "egipcio" o azul malaquita. Para obtenerlo los fabricantes de colores de aquella época cocían en un horno una parte de cal, una parte de óxido de cobre y cuatro partes de cuarzo, lo que producía un material azul opaco que se molía finamente para conseguir el polvo con el que se hacía la pintura. Se ha encontrado este material en utensilios egipcios de más de 4500 años de antigüedad.

En la Edad Media, junto con la búsqueda de la transmutación de los metales en oro, los colores ocupaban una posición destacada entre las obsesiones de los alquimistas, y contribuyeron a las artes con el "azul ultramarino". Lo obtenían del lapislázuli azul, una piedra semipreciosa traída por aquel entonces de minas afganas.

Se preparaba con innumerables moliendas, amasados del mineral y lavados con lejía, siendo el resultado el azul oscuro, intenso y vivo que podemos ver en los mantos de la Virgen María de las pinturas de los artistas medievales. El cliente de un pintor medieval que pudiera permitirse una Virgen en azul ultramarino exhibía la piedad de un arzobispo y la riqueza de un moderno gestor de fondos de inversión.

En el siglo XIX, pese a las posibilidades que ofrecían otros azules, los pintores seguían tras un sustituto más barato para al azul ultramarino. En 1824, la Sociedad Francesa para el Fomento de la Industria Nacional ofreció un premio de 6000 francos (de la época) por un proceso industrial capaz de producir azul ultramarino sintético por menos de 300 francos el kilogramo. El fabricante de colores Jean-Baptiste Guimet reclamó el premio.

Hacia los años setenta del siglo XIX el esnob atractivo del pigmento natural se había extinguido, muerto a manos del tiempo y de un precio entre 100 y 2500 veces mayor que la variedad sintética. Ese azul ultramarino sintético fue el color preferido de impresionistas como Renoir, Cêzanne y Van Gogh.

(Texto adaptado del artículo original de Peter Brown del mismo título, publicado en la revista Investigación y Ciencia, nº 421)

1 comentario:

Javier Train dijo...

Con este artículo ponemos fin, este blog, al "Año Internacional de la Química".

Aunque más que por esta efemérides, me temo que 2011 va a ser recordado por cosas más mundanas y cercanas como el paro, la crisis económica y la corrupción.

A pesar de todo, vamos a tener esperanza en el próximo año que empieza dentro de unas horas. ¡Feliz 2012 para todos/as!