Una de las aplicaciones de estos nuevos materiales inteligentes
que han comenzado a desarrollar los japoneses es la referida a las
estructuras de las edificaciones, de tal manera que actúan como los
materiales convencionales y activan mecanismos de autoprotección y de
refuerzo en los edificios cuando detectan las vibraciones de un
terremoto.
Hay más aplicaciones, calificadas todavía de ideales, pero que pronto
irrumpirán en la vida diaria; por ejemplo, los tejidos de fibra con
memoria que son capaces de proceder a un autoplanchado tras pasarles por
encima un secador de pelo; unos neumáticos para terreno seco que se
convierten en antideslizantes cuando cambia el escenario a un suelo de
hielo, o distintos tipos de suspensión en los automóviles que se adaptan
a la velocidad y al terreno.
Además de los materiales inteligentes se han estudiado los llamados en general nuevos materiales. En
Madrid, un usuario del metro estrena un nuevo y reluciente convoy. Toca
las paredes interiores y dice: "Ni metal ni madera, parece plástico; lo
hacen para ahorrar. Si chocamos, nos la daremos doblemente".
Nada más lejos de la realidad. El revestimiento interno de los nuevos
vagones, de un material compuesto, es al menos tres veces más
resistente que los habituales metales. Si toda la estructura del vagón
fuera de materiales compuestos (por ejemplo, de fibra de carbono o de
vidrio), un posible choque no tendría consecuencias tan trágicas.
Además, el tren puede adquirir más velocidad y llevar más viajeros. En
esta misma línea se están empezando a construir coches, camiones y
autocares.
Fuente de información: http://elpais.com/diario/1993/07/19/sociedad/743032810_850215.html
domingo, 6 de mayo de 2012
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